María Antonieta nació en Viena, Austria, en 1755, como hija de la emperatriz María Teresa. A los 14 años fue comprometida con Luis Augusto, nieto del rey Luis XV de Francia, como parte de un acuerdo diplomático entre las casas reales de Austria y Francia. El matrimonio se celebró el 16 de mayo de 1770 y selló la alianza tras la Guerra de los Siete Años.
En 1774, con la muerte de Luis XV, su esposo ascendió al trono como Luis XVI, y ella se convirtió en reina consorte. Sin embargo, desde su llegada, María Antonieta enfrentó el rechazo del pueblo francés, que la veía como extranjera y ajena a las necesidades del país. Su tardanza en dar un heredero, su estilo de vida lujoso y sus remodelaciones costosas en Versalles le ganaron fama de derrochadora.
Apodada “Madame Déficit”, su figura se convirtió en símbolo del despilfarro monárquico. Aunque tenía escasa influencia política real, fue asociada con el fracaso del régimen, sobre todo cuando la crisis financiera agravó el malestar social.
Durante la Revolución Francesa, fue arrestada, juzgada y condenada a muerte. Fue guillotinada el 16 de octubre de 1793, marcando uno de los episodios más simbólicos del fin de la monarquía francesa.